¿Cómo llegué aquí? Ya tengo casi dos años viviendo en el Caribe, hace dos fines de semana estuve en Tulum, Quintana Roo, en una especie de cabaña, un rush increíble me quitó cobijas, suéteres, ligas, ataduras, me sacó al frío intenso que había en la terraza, y no pude más que abrir los brazos y llorar: ¡GRACIAS, VIDA! Haya o no un precedente, estas sensaciones son increíbles. Vine con la misión de amarme, y me amo incondicionalmente, aunque mi autoestima no presuma de un buen estándar, abrazo mis heridas, el autoflagelo, vivir en mi cabeza no me ha sido fácil. Tener la certeza de que siempre me acompaño. Nunca estoy sola. Soy mi mejor amiga. Soy el amor de mi vida. Gracias por no matarme. Haré que la energía que salga de mi cuerpo cuando éste muera, sea la más intensa y la más serena. Todo al mismo tiempo, que esté viva, aunque la carne muera. Estoy viviendo una depresión distinta, supongo que es felicidad. Sí combinan. Me pertenezco.