Entradas

Ya te leí

No soy su musa ni inspiro sus canciones. No soy el verso que crea cuando en silencio imagina. Demasiado factible. Por hecho. Por sentado. No me ofende, pocas veces me he sentido diosa. Pero no soy a quien invita a leer antes de publicar. Esa decepción oscura. Y definitivamente silenciosa. El silencio de analizar, de construir segundo a segundo, una fortaleza. "Él es él y no dirijo sus acciones". Aunque duele, no me va a romper. Soy fuerte y decido no llorar. Porque no quiero. no es malo. No deseo derramar lágrimas por esto. "Él es él" y "yo soy yo". No decide ser mi planeta y a mi me cuesta dejar de verlo como estrella. Decido respirar y seguir con mi día.

Ausencia de luz

Es que, sinceramente. No quiero hacer cosas. No quiero confiar, triunfar, concebir. Lo mío no es existir. No se me da. Tampoco tengo mucho que dar al mundo, la verdad. Soy buena para encontrarle lo negativo a todo. ¡Viva! Si lo profesionalizo, me hundo. Y desde acá abajo hago lo que puedo para sobrevivir. Pero esta sonrisa no es lo mío. Encontré un rincón oscuro para esconderme. Un rincón hermoso, con sombras tenues y desastrosas. También con oscuridad plena. Encontré un espejo. Y me vi. Y no soy yo. No es lo que yo quería. No se parece. No soy yo. Pero soy yo. No soy luz. Soy sombra. Soy nada.

Yo soy otro tú.

Imagen
  Soy esa persona a la que decides no dar limosna. Soy ese papel tapiz pegado por mero olvido. Soy esa hora de tu día que desperdicias. Soy ese correo que envías a la basura. Soy esa llamada que dejas sonar. Esa piscina en la que no nadas. Ese viaje que nunca has hecho. Pero contemplas. Soy esa ardilla que llama tu atención. Ese dulce que escupes. Ese afecto que te guardas. Esa explosión que no permites. Ese orgasmo que recuerdas. Esa emoción antes del concierto. Ese suspiro que das cuando te quedas en silencio sobre la arena. Soy el mar que te sala el cabello. Soy el cielo al que volteas a ver cuando todo va mal. Soy ese sonido, ese frío que te eriza la piel. Esas ganas que no dejas ser. Pero te duele. Soy ese coraje que provoca una mentira. Esa pesadez que llega cuando mueren tus padres. El agujero. El agujero infinito del que nunca vas a salir. El negro.
El afecto puro, inocente. Sé que algún día lo viví. Gracias. Construyendo juntos, por gusto, colaborando. Qué nostalgia. Cuán bonito. Gracias. Qué ganas de ser polvo, aire, todo, nada. Te mando un abrazo, ente. No existente.

Es tu camino

Ya no estoy para retener. Aunque el amor que siento es el más puro que he vivido, (y el más "seguro"), la verdad es que no voy a pedirle que se quede si todos sus actos indican que quieren retirarse del juego. Creo que él no puede lidiar con mis demonios, con mi "lado oscuro", que tanto necesita un pilar para apoyarse y volver a sí. Él es hostil, siente ataque con mi existencia y me ataca. Y yo nunca he sido buena manejando conflictos, huyo del confrontamiento. No ha entendido que ése es mi punto más débil, el miedo. Con ataques y regaños no entiendo, sino con una mano amiga y un abrazo que reconforte. Pero eso no lo obtengo. Al fin y al cabo, nacemos y morimos solos, no es un requisito esencial para la persona con quien quiero compartir vida, futuro. Pero arde, esos ataques sí que arden. Extraño a mi familia, sé que aunque no me aceptan ni me entienden, me quieren. Incondicionalmente. Me gustaría no haber sido tan "noviera", he perdido mucho ti

exhalo

No tengo esa fantasía autodestructiva. De sufrir y provocarme daños. Quiero silencio, sin lágrimas. Tranquilidad. Respirar.

Día del padre

En mi mente y corazón siempre hay una voz que me guía, una persona más sabia que me aconseja cuando estoy perdida. Un hombre al que muchos admiran y pocos entienden, un hombre que me enorgullece y me ha hecho apreciar quien soy, porque con un guía como él, no podría irme mal. Todo quien lo conoce me habla bien de él, me comenta sobre su humor, su ironía, su cultura, su nobleza y su inteligencia. Muchas veces he tenido que explicar que yo no "endioso" a mi padre, sino que lo admiro, aunque no sea perfecto. Al final de todo, ¿quién lo es? Siempre recuerdo aquellos días de nieve y libros, y cómo no podía comprarme un libro si no había terminado de leer el anterior. Recuerdo ese pequeño texto del periódico que tenía en su buró, donde hablaba de que el estudio no debe ser un castigo para los hijos sino una inspiración, una fortuna. Y gracias a esos detalles mi mente está marcada perfectamente con esa idea. Aprender a cultivarme, y a no castigarme cuando no tengo ganas, p