A tí.
A ti te pido perdón por haberte fallado.
Pero esta vez no fallé, porque yo no sabía que seguías en mi camino.
Yo no sabía que de alguna manera me seguías esperando.
Aún no lo sé, no sé si ahí seguías, no sé si seguías con la esperanza de volver a tomar mi mano y yo la tuya, no sé si seguías recordando el sueño que una vez construimos juntos.
No lo sabía, pensé que ya habías renunciado.
Sobre tí puedo decir eso.
Sobre nosotros puedo decir que ambos intentamos y ambos nos equivocamos. Porque leyendo al pasado pude recordar que no eres Dios y que tú también fallaste, pero fue hace tanto. Seguramente ya no eres el mismo niño inocente que conocí, el coqueto pero que no hacía nada, el chipilón que me desesperaba pero tanto me gustaba. El niño que vi como poco a poco se convertía en lo que creo que eres. Creo, porque ya no te conozco.
Sobre mí puedo decir mucho.
No esperaba que fuésemos amigos, no esperaba que siguieses conmigo dentro de tí, pensé, que, como mis anteriores historias, sólo me veías en un cuadro en el que yo no estaba pintada de realidad.
Pero ahora que lo pienso, creo que eres el único que me veía como de verdad era, como la fortaleza de bombón (osea, débil), como la que no sabía estar sola, como la de muchos amigos que sentía miedo de tener una relación por perderlos a ellos (cuando esos amigos jamás me hubieran dejado, y apoyaban lo que teníamos).
Hoy que lo pienso, (ya te lo había dicho pero) te entiendo, y sé que aunque me desesperaba tu inseguridad frente a la gente, me desesperaba el no poder demostrar mucho porque te sentías incómodo (eso creía yo), me enojaba el que te fueras cuando llegaban mis amigos, me enojaba que no te llevaras con ellos... Hoy comprendo aquel niño que yo conocí, porque aunque yo supiera que no había nada que temer, no te lo decía y sólo te reclamaba.
Aún recuerdo aquella última noche que pasamos juntos bebiendo con tus amigos y que me abrazaste y me diste un beso, porque me dió pánico, y pasados dos segundos me sentí amada, sentí por primera vez que no era el público el que te asustaba, eran MIS amigos, todos hombres, todos sabihondos, todos antisociales, y yo tan ciega.
Sobre el tiempo que he vivido aquí estando contigo puedo decir que me aguantaste más de lo debido al principio, cuando tuve aquella desafortunada relación que sólo me sirvió para ser una psicópata celosa cuando lo volvimos a intentar de lejos, cuando volvimos a fallar de lejos, porque como alguna vez te lo dije, yo no podía soportar el sentimiento de extrañar, porque cada que hablábamos por cámara me soltaba llorando, porque te dejé de llamar por intentar hacer una vida aquí con extraños (que hoy puedo llamar 'amigos'), ellos siempre te han querido conocer por como hablo de ti... Pero es que cada que me hablabas era para reclamarme por qué no te había llamado, y yo tenía ya suficiente con esos reclamos en mi interior. No soportaba extrañarte, intentar pensar en otra cosa un día de amigos y no lo lograba, porque un día era yo misma recordándote y otro día eras tú llamándome para recordarme lo culera que era... No podía soportarlo, perdón.
Y te pido perdón porque me faltó tacto, porque creí que estaba haciendo las cosas por nuestro bien ''despedirnos sin despedirnos'', porque quería tenerte en mi futuro pero no en mi presente, porque estabas lejos...
Estuve sola un tiempo, pero regresé a mi ciclo, quise hacer lo que siempre hacía: tomarme una cerveza y a chingar a su madre la tristeza. Eras el centro de mis sentimientos y no quería sentir que me abandonabas, porque sentía que haciendo ya allá tu vida sin mí era lo adecuado, porque no quería que me perdonaras, porque yo me sentía mala, me sentía la más culera del mundo con la mejor suerte para encontrar a alguien como tú en el camino. Creí que yo era muy poca cosa para tí y quería que me abandonaras, pero no quería que te fueras... pero te ignoraba, o hacía como que te ignoraba.
Y no hacía nada más que clavar mi propio abandono.
Y más recientemente, lo único que puedo decir es que me dí una oportunidad más para sentir, pero lo hice con la persona menos adecuada, tú ya tienes tu vida sin mí allá y no satanicé el hecho de hacer la mía, pero debí satanizar al personaje. Me creí con el derecho de volver a sentir y eso lo sostengo, porque no creí, te repito, que tu, a pesar de tus asuntos, pudieras tener espacio para mí en ti, pero ahora lo veo, creo que yo estuve haciendo lo mismo, sosteniendo algo pero teniendo en mi mente un castillo contigo, ¿cómo puede ser eso?. No lo entiendo. Siento que nos fuimos (ambos) infieles desde el momento en que nos dijimos adiós pero nunca nos despedimos, porque de haber sido así, esta historia hubiera acabado hace mucho, MUCHO tiempo. Y si acabó hasta ahora y de esta manera quizás sea por eso, porque debió haberse acabado cuando lo dijimos en el pasado.
No me justifico, porque no fue, mi manera de proceder, la ideal, pero tampoco te voy a mentir, te he extrañado todos y cada uno de estos 574 días que han pasado desde aquel 1 de Septiembre que nos despedimos en el aeropuerto.
Eso o a la idea que tengo de tí. porque creo que he pasado por impresiones y pérdidas que me han transformado, y seguramente tu habrás tenido las tuyas. Pero eso no lo sabré, pues ya no me hablas. Creo que ya no me conoces, y yo ya no te conozco.
Siento haber hecho las cosas así, perdón, no fue mi intención.
Ojalá un día lo leas, o no, ya ni sé.
Pero esta vez no fallé, porque yo no sabía que seguías en mi camino.
Yo no sabía que de alguna manera me seguías esperando.
Aún no lo sé, no sé si ahí seguías, no sé si seguías con la esperanza de volver a tomar mi mano y yo la tuya, no sé si seguías recordando el sueño que una vez construimos juntos.
No lo sabía, pensé que ya habías renunciado.
Sobre tí puedo decir eso.
Sobre nosotros puedo decir que ambos intentamos y ambos nos equivocamos. Porque leyendo al pasado pude recordar que no eres Dios y que tú también fallaste, pero fue hace tanto. Seguramente ya no eres el mismo niño inocente que conocí, el coqueto pero que no hacía nada, el chipilón que me desesperaba pero tanto me gustaba. El niño que vi como poco a poco se convertía en lo que creo que eres. Creo, porque ya no te conozco.
Sobre mí puedo decir mucho.
No esperaba que fuésemos amigos, no esperaba que siguieses conmigo dentro de tí, pensé, que, como mis anteriores historias, sólo me veías en un cuadro en el que yo no estaba pintada de realidad.
Pero ahora que lo pienso, creo que eres el único que me veía como de verdad era, como la fortaleza de bombón (osea, débil), como la que no sabía estar sola, como la de muchos amigos que sentía miedo de tener una relación por perderlos a ellos (cuando esos amigos jamás me hubieran dejado, y apoyaban lo que teníamos).
Hoy que lo pienso, (ya te lo había dicho pero) te entiendo, y sé que aunque me desesperaba tu inseguridad frente a la gente, me desesperaba el no poder demostrar mucho porque te sentías incómodo (eso creía yo), me enojaba el que te fueras cuando llegaban mis amigos, me enojaba que no te llevaras con ellos... Hoy comprendo aquel niño que yo conocí, porque aunque yo supiera que no había nada que temer, no te lo decía y sólo te reclamaba.
Aún recuerdo aquella última noche que pasamos juntos bebiendo con tus amigos y que me abrazaste y me diste un beso, porque me dió pánico, y pasados dos segundos me sentí amada, sentí por primera vez que no era el público el que te asustaba, eran MIS amigos, todos hombres, todos sabihondos, todos antisociales, y yo tan ciega.
Sobre el tiempo que he vivido aquí estando contigo puedo decir que me aguantaste más de lo debido al principio, cuando tuve aquella desafortunada relación que sólo me sirvió para ser una psicópata celosa cuando lo volvimos a intentar de lejos, cuando volvimos a fallar de lejos, porque como alguna vez te lo dije, yo no podía soportar el sentimiento de extrañar, porque cada que hablábamos por cámara me soltaba llorando, porque te dejé de llamar por intentar hacer una vida aquí con extraños (que hoy puedo llamar 'amigos'), ellos siempre te han querido conocer por como hablo de ti... Pero es que cada que me hablabas era para reclamarme por qué no te había llamado, y yo tenía ya suficiente con esos reclamos en mi interior. No soportaba extrañarte, intentar pensar en otra cosa un día de amigos y no lo lograba, porque un día era yo misma recordándote y otro día eras tú llamándome para recordarme lo culera que era... No podía soportarlo, perdón.
Y te pido perdón porque me faltó tacto, porque creí que estaba haciendo las cosas por nuestro bien ''despedirnos sin despedirnos'', porque quería tenerte en mi futuro pero no en mi presente, porque estabas lejos...
Estuve sola un tiempo, pero regresé a mi ciclo, quise hacer lo que siempre hacía: tomarme una cerveza y a chingar a su madre la tristeza. Eras el centro de mis sentimientos y no quería sentir que me abandonabas, porque sentía que haciendo ya allá tu vida sin mí era lo adecuado, porque no quería que me perdonaras, porque yo me sentía mala, me sentía la más culera del mundo con la mejor suerte para encontrar a alguien como tú en el camino. Creí que yo era muy poca cosa para tí y quería que me abandonaras, pero no quería que te fueras... pero te ignoraba, o hacía como que te ignoraba.
Y no hacía nada más que clavar mi propio abandono.
Y más recientemente, lo único que puedo decir es que me dí una oportunidad más para sentir, pero lo hice con la persona menos adecuada, tú ya tienes tu vida sin mí allá y no satanicé el hecho de hacer la mía, pero debí satanizar al personaje. Me creí con el derecho de volver a sentir y eso lo sostengo, porque no creí, te repito, que tu, a pesar de tus asuntos, pudieras tener espacio para mí en ti, pero ahora lo veo, creo que yo estuve haciendo lo mismo, sosteniendo algo pero teniendo en mi mente un castillo contigo, ¿cómo puede ser eso?. No lo entiendo. Siento que nos fuimos (ambos) infieles desde el momento en que nos dijimos adiós pero nunca nos despedimos, porque de haber sido así, esta historia hubiera acabado hace mucho, MUCHO tiempo. Y si acabó hasta ahora y de esta manera quizás sea por eso, porque debió haberse acabado cuando lo dijimos en el pasado.
No me justifico, porque no fue, mi manera de proceder, la ideal, pero tampoco te voy a mentir, te he extrañado todos y cada uno de estos 574 días que han pasado desde aquel 1 de Septiembre que nos despedimos en el aeropuerto.
Eso o a la idea que tengo de tí. porque creo que he pasado por impresiones y pérdidas que me han transformado, y seguramente tu habrás tenido las tuyas. Pero eso no lo sabré, pues ya no me hablas. Creo que ya no me conoces, y yo ya no te conozco.
Siento haber hecho las cosas así, perdón, no fue mi intención.
Ojalá un día lo leas, o no, ya ni sé.
Comentarios