Trompo.

Realmente no sé porqué le quiero así, tan llena de razones y tan vacía de cordura.
Pero es eso, precisamente, lo que me gusta de él, que me tiene como un planeta girando en su estrella, que ahora me conozco más gracias a él.

Él.
Tan frío.
Tan protector.
Tan distinto.
Tan difuso.
Tan egoísta.
Tan dañado.
Tan seguro e inseguro.
Te amo.
Tan pentapolar.
Tan infantil.
Tan paranoico.
Tan tierno.
Tan simpático.
Tan juguetón.

Diferente.
Deshonesto.
Inestable.
Me haces tanto reír.

Tanto cariño que necesita, tanto que niega de su persona.
Tan manipulador.
Tan listo.
Te amo.
Astuto.
Coqueto.
Indeciso.
Tan pinche atractivo.
Ese maldito no sé qué que cuando estoy cerca de él me apendeja.
Se me olvida que la vida existe además de él cuando puedo oler su 'yo'.

Ese hombre que me quitó toda la indecisión que había en mi corazón para sembrarle miedo.
Yo antes no temía.
Pero antes no decidía.
Tengo tanto nuevo dentro de mí gracias a él.
Inspirada en él, porque cada quién decide qué sentimiento deja entrar a su persona.
Él no es el culpable de mi amor.

Soy yo, por haber decidido dejarme llevar como conchita de mar.
Y él tan mar, tan líquido, tan 'estoy pero me voy cuando menos te lo esperes'.
Tan 'soy una montaña rusa, súbete conmigo pero te voy a bajar cuando quiera'.
Tan decidido a ser un cabrón.

Y yo tan acostumbrada a obtener lo que quiero, me topé con pared.
Él tan diferente.

Tú y yo somos iguales, en diferentes momentos, pero iguales.
Me recuerdas a mí.
Por eso sé que soy completamente capaz de hacerte feliz.
De eso no tengo la menor duda.
Con tu decisión y mi seguridad seríamos tan únicos.

Te falta voluntad.
Me recuerdas a mí.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Nervios de punta redonda

A lo Johnnie Walker.

Ya te leí